CECI N'EST PAS UNE PIPE


Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 180 x 148,5 cm. Colección particular Murcia
Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 195 x 130 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 81 x 100 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 180 x 148,5 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 114 x 146 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 195 x 130 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 146 x 114 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 100 x 81 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 195 x 130 cm.

Ceci n´est pas une pipe. Acrílico/Lienzo. 114 x 146 cm.



SI ESTO NO ES UNA PIPA, ¿QUÉ ES?
UN NO ENSAYO DE MAGRITTE

SERGIO RUBIRA


Primera versión, la de 1926, según creo: una pipa dibujada con esmero; y debajo (escrita a mano con la letra regular, aplicada, artificial, con una letra de colegio de monjas, como podemos encontrarla, en calidad de modelo, en la parte superior de loscuadernos escolares, o en una pizarra después de una lección de cosas), esta mención: " Ceci n´ est pas une pipe" ("Esto no es una pipa").

(...) Otra versión (...) podemos encontrarla en Aube a l´ Antipode. La misma pipa, el mismo enunciado, la misma letra. Pero en lugar de estar yuxtapuestos en un espacio indiferente, sin límite ni especificación, el texto y la figura están situados dentro de unmarco colado sobre un caballete , y éste a su vez sobre un entarmimado bien visibles. Encima, una pipa exactamente semejante a la dibujada en el cuadro, pero mucho más grande.

Una serie, pintada en 2002, no son dibujos: un astronauta, un príncipe visitando unas oficinas, máscaras de gas, retratos, y otra vez la negación sobre grandes anchas de pintura blanca, con trazas de niño, con la pincelada marcada, incluso con tachaduras, temiendo, quizás, decir que no, porque decir que no es afirmar dos veces. CECI N´EST PAS UNE PIPE. Colores, básicos, ya no es el no color del dibujo: blanco del papel y negro del grafito. No hay pipas, han desaparecido.

La primera versión desconcierta por su simplicidad. La segunda multiplica visiblemente las incertidumbres voluntarias. La tercera las convierte en involuntarias. El marco, de pie en el caballete y apoyado en las clavijas de madera, indica que se trata del cuadro de un pintor: obra acabada, expuesta, que lleva consigo, para un eventual espectador, el enunciado que la comenta o la explica. Y, sin embargo, esa escritura ingenua que ni es exactamente el título de la obra ni uno de sus elementos pictoricos, la ausencia de cualquier otro indicio que señale la presencia del pintor, la rusticidad del conjunto, las gruesas planchas del parquet, todo eso hace pensar en la piezarra de una clase: quizás un trapo borrará el dibujo y el texto: quizá no se borre más que uno u otro para corregir el "error" (dibujar algo que no sea verdaderamente una pipa o escribir en una frase que eso es una pipa). ¿Equivocación provisional (un "malescrito", del mismo modo como se diría un malentendido) que un gesto disipará en un polvo blanco?

Pero, además, ésa es ólo la menor de las incertidumbre. Veamos otras: hay dos pipas. ?no habrá que decirmás bien dos dibujos de unamisma piapa? O también una pipa y su dibujo, o también dos dibujosque representan cad uno una pipa, o también dos dibujos uno de los cuales representa una pipa pero no el otro, o también dos dibujos ninguno de los cuales son ni representan pipas, o también un dibujo que representa no una pipa, sino otro dibujo que representa, éste sí, una pipa, de tal modo que me veo obligado a preguntarme: ¿a qué se refiere la frase escrita en el cuadro? ¿Al dibujo bajo el cual se halla colocada de un modo inmediato?

Seguramente la frase es una obviedad, una broma pesada: nada es una pipa, son sus representaciones, similares, pero no semejantes, a lo que quieren representar, porque, como se ha descubierto, pintar no es afirmar.

Las últimas versiones son todavía más sencillas que la primera. No hay una pipa, ésta ha desaparecido, nadie sabe dónde está, y ni ella, ni su dibujo, aparecen sobre la superficie pictórica, se han esfumado: Hoy nadie fuma ya en pipa, incluso, mañana nadie fumará. Pero, a lo mejor todavía quedan restos: el humo de las pipas huele demasiado.

Creemos que el "malescrito" se ha resuelto, pero no borrando la frase, sino eliminando el dibujo. Es claro: un astronauta no puede ser una pipa, como tampoco lo son un príncipe o un cantaor de flamenco. ¿O puede que de nuevo nos engañemos? No es tan simple como parece. Si no es una pipa, entonce, ¿qué es?

Pensar en una imagen, significa ver la imagen, nos dice Magritte. Según esta frase, si leemos "Ceci n´est pas une pipe", aunque no esté la pipa, la pensamos y, por tanto, la vemos. ¿Y qué significa esa pipa? Muchas cosas, pero para nosotros la fundamental es que esa pipa simboliza un problema, el conflicto entre realida, imagen y representación.

Cuando Magritte pintó la primera versión del dibujo hizo patente la ambiguedad que existe en la relación entre el objeto, su imagen y su representación, pintada o escrita, y retomó un tema que nos sonaba ya antiguo, la mímesis, sobre todo, cuando ya parecía solucionado: la pntura debía olvidar su objetivo mimético para concentrarse en su esencia: la superficialidad. Pero, ¿era eto una solucióno una claudicación? ¿No se debería seguir buscando? ¿Buscar? ¿El qué?

Existe una trampa, que nadie cuenta. Foucault nos oculta un dato, lo excluye de su historia porque no le conviene, y Magritte, el único testigo que podría hablar, ha muerto ya. Entre los dos dibujos hay una pintura, muy similar de 1926, pero con título: La trahison des images , la traición de las imágenes. ¿O deberíamos hablar de la traición del pintor?

Los títulos están escogidos de tal modo que impiden que mis cuadros se sitúen en una región familiar que el automatismo del pensamiento no dejaría de suscitar con el fin de sustraerse a la inquietud, nos dice en algún momento, anulando el valor del significado que hay en el título. Sigue la misma estrategia que su pintura: la de la contradicción, y ésta es la de la poesía. Una palabra dejar paso a otra, lo mismo que una imagen sigue a otra, o un objeto esconde lo que tiene detrás: éste es el misterio, no lo invisible, que al no verse no puede pensarse, por lo que no existe, no es. El misterio está entonces e los objetos cotidianos, en lo diario, en lo que tenemos alrededor, que se configura como una cortina, que a su vez oculta otra, ésta a otra, y así interminablemente. Nunca llegamos a la ventana, nos qudamos en los visillos, y a través de los huecos que dejan entre sus hilos vemos la realidad que nos rodea, pero no podemos aprehenderla, ni siquiera al nombrarlla, porque tanto la mirada como el lenguaje están basados en unas convenciones incompletas y hay fisuras, heridas, en las que si hurgamos puede llegar a dolernos. El mundo que entendemos sólo está en el pensamiento, no está fuera de nosotros, es sólo su imagen. De nuevo, "pensar en una imagen, significa ver la imagen", o, "ver una imagen, significa pensarla". El orden de los factores relativiza aún más la paradoja, pero no soluciona el problema.

Y ¿cómo puede expresarse esta tensión? La mejor forma es incluir una pintura dentro de una pintura, en la que el juego es doble: una representación de la realidad que representa esa misma representación. Hoy vemos, no a través de cortinas, sino a través de pantallas. Hemos vuelto a la caverna de la que seguramente no hemos salido nunco y sólo sabemos que existe una realidad objetiva a través de lo que intuimos en sus sombras. No podemos tener certezas porque el mundo que nosotros pensamos puede no ser o no puede ser el que está fuera de la caverna, al otro lado de la ventana, o detrás de las pantallas. ¿Has astronautas, príncipes o flamencos? Incluso, hoy nos piensan la realidad, nos la dejan ver ya pensada, completamente manipulada. Nada es lo que parece, ni siquiera la pipa. Ése es el mundo en el que vivimos: el de las incertidumbres. Ésta vez no son voluntarias.

Seguramente, lo importante no es cómo representar, sino a quién va dirigida esa representación. Otra pregunta: quién, no cómo. Hay que eliminar lo relativo al artista. Por eso, Magritte no quiere dejarse ver y elimina la pincelada. Es el espectrador el que tiene que personalizar la pintura para reconstruir la realidad que presenta. Pero también es un engaño, una falsedad, otra traición, porque al pintar la escritura, como en las últimas versiones de 2002, vemos al pintor que nos ha pensado antes, ya nos ha visto, los píxeles no nos deberían engañar. Hay incluso distracciones: ha tachado, ha corregido. Se hace evidente que el lenguaje y  la imagen utilizan el mismo sistema simbólico, e incluso son intercambiables: construyen una realidad de la que no son más que retazos inconcretos por relativos e infinitos.

Entonces, si esto no es una pipa, ¿qué es?

Es pintar.

Queda una pregunta fina, ¿qué es pintar?

Pintar es pensar.